martes, 31 de diciembre de 2013

En 2013 aprendí....

A poner a prueba mis límites
Y a vivir en situaciones límites.

Aprendí a cuidar y mimar mi profesión, todavía más si cabe.
Como si de un enfermo terminal se tratase.

Aprendí que cuando se cierra una puerta, es porque van a abrirse mil ventanas.
Y esas ventanas las abrí yo sola con mi propia llave.

Aprendí que valgo.
Que puedo seguir poniéndome retos.
Que sigo teniendo retos.

Aprendí una forma diferente de querer.
Lejos de la de las manos que caen.

Aprendí que la felicidad son solo momentos.
Que algunos de los míos están grabados en la retina de otros.

Aprendí a recuperar la ilusión.
A ilusionarme con recuperarme.

Aprendí a leer en braille.
Con mis dedos y tu piel.

Aprendí que soy cada año más ingenua.
Y que debo seguir madurando.

Aprendí que he perdido bondad.
Que cometo errores.
Que he hecho daño.

Aprendí a tener confianza ciega.
Aprendí a saber cuándo me mienten.

Aprendí que tener a mi gente es un regalo que lleva conmigo 31 años.
Aprendí que nunca sabré cómo devolverles tanto.

Aprendí a apostar.
Aprendí que la magia no aparece todos los días.
pero, a veces, no es suficiente.

Aprendí que no se puede luchar con fantasmas.
Pues corremos el riesgo de convertirnos en uno.

Aprendí que el dinero cambia a las personas.
Pero que no puede comprar mi lealtad.

Aprendí que los valores y principios no son vitales para todos.
No me incluyo en ese total.

Aprendí nociones diferentes de respeto.

Aprendí que sobran las palabras superfluas.
Y faltaron las importantes.
  

Al 2014 solo le pido una cosa: seguir aprendiendo.

martes, 10 de diciembre de 2013

La cuestión

El crepúsculo de tus sentidos está justo en la ventana de tus pensamientos. La cuestión es... ¿dónde?

El miedo es sano, al igual que el propio respeto. Cuando sientes estar completo por alguna situación, el miedo es el que te devuelve a un estado ingrávido, a un estado de alerta e inseguridad permanente que acentúa de forma extrema las sensaciones, y todo se convierte a una sola cuestión: “¿Estaré haciendo lo correcto?”.

En esta historia todo pasaba por la felicidad del otro, y eso es lo que lo hacía grande. Saber que tu bienestar es el mío, que reconocer las cosas te eleva por encima de todo, que amar no es gratuito y conlleva una serie de cosas que no siempre son agradables. Pero esas cosas son las que te hacen sentir completamente vivo.