La mayoría de los tweets que leo en mi cuenta me dejan
indiferente. Por eso, aquellos en los que te paras y relees, son de los que
siempre te acuerdas y marcan un antes y un después en tu timeline. Es
curioso como 140 caracteres pueden no aportar nada o resumir todo. A veces destapan la mayor de las mentiras, o de las verdades. Otros, erizan la piel. Algunos, pocos, dejan sin aliento.
Hoy me topé con uno de esos tweets que condensa todo lo que
para mí tienen que tener las frases que marcan: sentimiento, alma, un azote que te lleva a dar un respingo en la silla.
El grave error de calcular el tiempo en reloj ajeno, despertar en la cama incorrecta y llamarle amor a la rutina. (Fran Mas @Fran_Mas_LCA)
Aunque para las dos últimas partes de esta afirmación llenaría
unos cuantos folios, me quedo sin duda alguna con la primera. El grave error
de calcular el tiempo en reloj ajeno.
¿Qué es el tiempo? ¿Quién lo marca? ¿Por qué? ¿Con qué
finalidad? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Para quién? ¿Quién dicta los tiempos idóneos para
hacer las cosas? ¿Qué poder tienen para ello esas personas? ¿Dónde está la tabla para medir si se hace de manera correcta?
No tengo ni puta idea de la respuesta a ninguna de estas
preguntas pero lo que sí tengo claro es que nadie -incluidos tú que lees este texto, y yo que lo escribo- tiene derecho a valorar el tiempo/los tiempos ajeno(s) ni usarlo(s) a su antojo sin tener en cuenta el preciado regalo que se le
otorga.
Soy lenta en mis tiempos. Lo reconozco. Al menos para las
cosas importantes.
Necesito mucho tiempo para creer de verdad, para
entregarme, para ser leal.
Necesito tiempo para confiar, o dejar de desconfiar.
Necesito tiempo para confiar, o dejar de desconfiar.
Necesito tiempo para enamorarme y desenamorarme (más lo primero que lo segundo).
Necesito quizá más tiempo de lo normal para olvidar, sobre
todo las cicatrices, o aprender a vivir con ellas, como quien vive en una casa encantada con un eterno
fantasma que le despierta por las noches.
Necesito tiempo para tomar decisiones, para asumir sus consecuencias.
Necesito tiempo para analizar lo rápido que cambian las
cosas a mi alrededor y entender los porqués.
Necesito más tiempo de lo habitual para asumir mis errores y también para disfrutar de mis aciertos.
Necesito más tiempo para asimilar el éxito y digerir el fracaso.
Y quizá lo que necesito es darme cuenta de que mi reloj, el
único que puede manejar mi tiempo, se ha parado. Las agujas han dejado de marcar
y el fallo en el mecanismo no sé cuál es.
Quizá solo haga falta darle cuerda para
volver a marcar el ritmo. Para volver a impulsar las manecillas y que éstas suenen
al compás de la mayor de las verdades y el más rotundo de los tweet:
NO PIERDAS MÁS EL TIEMPO