lunes, 24 de marzo de 2014

Adolfo Suárez eres tú

"La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti"
(Adolfo Suárez. 1932-2014)

* * * 

Se acabó la cuenta atrás. Ha muerto Adolfo Suárez. Y arranca la liturgia: España se pone a media asta, se abren las compuertas y nos inunda un alud de imágenes de tinta. Se ha muerto Adolfo Suárez. ¿Quién era Adolfo Suárez?, se preguntan los hijos de la Logse. Y tú me lo preguntas, criatura: Adolfo Suárez eres tú. Y tú. Y tú. Y tú. Hay millones de tú que se preguntan quién era Adolfo Suárez, sin saber que son herederos de Adolfo Suárez.

España es un yo sin circunstancias, un país sin contexto. Ni dudas orteguianas. Se nos da de miedo la elegía -el almendro de nata, las desalentadas amapolas-, porque somos muy buenos enterrando a los muertos. Y únicos sepultando a los vivos.

¿Quién era Adolfo Suárez?, se preguntan los hijos de la Logse. ¿Y qué es la Transición? Y tú me preguntas, criatura: Adolfo Suárez y la Transición sois todos vosotros, que formáis parte de una generación que no tiene ni puñetera de lo que supuso Adolfo Suárez, por la sencilla razón de que España es el único país del mundo que no tiene conciencia de sí mismo, un caso inédito de mutilación del espíritu.

¿Cuánto ocupa la figura de Adolfo Suárez en los libros de texto? ¿Os han explicado alguna vez qué significa de verdad la democracia? La democracia, criaturas, no se estudia: se conquista. Y Adolfo Suárez fue un conquistador de la democracia, porque antes de que vosotros nacierais la democracia se estaba escribiendo en las aceras. Se acabó la cuenta atrás y una torrentera de imágenes y tinta se cuela en las salitas de estas para mostrarnos la imagen de un señor que se quedó sin memoria.

¿Y no se acordaba de nada?, se preguntan los hijos de la Logse. De nada, criaturas. Se quedó totalmente a oscuras. Igual que estáis vosotros. En algo os parecéis a Suárez. Pero no tenéis la culpa. 


viernes, 14 de marzo de 2014

Frágiles

Para entender lo frágiles que somos no hay más que compararnos con el mundo animal. Somos la única especie incapaz de valerse por sí misma incluso años después de haber nacido. Nuestro instinto inicial apenas se ciñe a la succión pero sólo si nos plantan un pecho entre los labios, o a llorar cuando sentimos hambre, frío o dolor. Nacemos dependientes y esa dependencia nos persigue hasta el fin de nuestros días. 

Nos enseñan a andar, a comunicarnos, a atarnos los cordones para no caer, a gestionar el amor, a combatir la tristeza y a desenvolvernos en los mil y un pormenores de nuestro día a día. Comprar en un supermercado, manejar el dial de la radio, marcar el número de la policía o pedir un taxi. E incluso en los taxis algunas veces dudamos del destino. O acudimos a lugares en contra de nuestra propia voluntad. No queremos ir al dentista, o a un funeral, pero vamos. Le decimos al taxista "lléveme", y en cierto modo nos sentimos cómodos porque el taxi hace las veces de placenta. El taxi nos lleva, aunque dudemos, y además nos protege.
Pero también somos la única especie sin una misión definida. Al principio, nadie sabe en qué empleará su vida, y algunos no llegarán a saberlo nunca. Desconocerán siempre por qué o para qué están aquí. En qué ocupar el tiempo. 

Vivir solo o en manada. 

Comandar la manada o dejarse llevar. 

Reproducirse o no querer hacerlo. O no poder. 

A veces tú decides y otras veces es tu cuerpo el que decide por ti. A veces no te encuentras y otras veces son los otros quienes buscan encontrarte. En parte todo depende del aprendizaje. Por eso es esencial educar a los niños. Hacerles comprender. Enseñarles el oficio de vivir la vida. Protegerles, aunque nadie sepa exactamente hasta cuándo.

Supongo que esa es la madre de todas las preguntas. ¿Hasta cuándo necesitamos ser protegidos?

miércoles, 12 de marzo de 2014

Ya no es 11-M

Ayer me levanté a las 6.30 horas. Me duché, desayuné y me fui a trabajar. Discutí con mi jefe, me enfadé y me relajé. A las 3 de la tarde comí con un compañero y después, tras darme un paseo por las calles de Madrid, acudí a la segunda jornada de un curso que estoy realizando. Sobre las 22.30 horas, llegué a mi casa. Me duché, cené y me acosté.

Esa fue básicamente la relación de acontecimientos de mi vida el 11 de marzo de 2014. Un día más.

Diez años antes, nada que ver. Pero no, tranquilos. No os voy a contar nada de qué hice, qué sentí o dónde estaba aquel fatídico 11 de marzo de 2004. ¿Para qué? ¿Qué aporta? ¿Qué importa si estaba en la facultad o en la cama cuando me despertaron las llamadas de familiares preocupados? ¿De qué sirve?

Observo ojiplática como, año tras años, mis redes sociales se llenan de testimonios de gente que, sin haberles rozado ni de lejos la tragedia, hablan de cómo vivieron ese día. Al final de sus palabras, -recalco, AL FINAL-, su recuerdo a las víctimas. ¿De qué coño estamos hablando? ¿Hasta cuándo el YO, YO, YO va a seguir predominando sobre el NOSOTROS o, en este caso, ELLOS que es lo importante?

No hago más que recordar estos días a Rodolfo Ruiz el que era comisario de Vallecas. El saber cómo su familia y él fueron una víctima más de la barbarie terrorista que, a día de hoy, todavía hay algunos que intentan desvirtuar. Mientras, las víctimas, de lado. Más de 2.000 familias TOCADAS directamente por la varita de la desgracia y aquí -y que me perdonen los que se sientan ofendidos pues es humano que a todos nos afectara tal desgracia- mirándonos el ombligo y recordando cómo fue aquel 11 de marzo en el que seguimos haciendo nuestra vida sin que NADA importante cambiará y rodeados de nuestros seres queridos.

¿En qué mierda de país vivimos cuando lo que la mayoría que leo estos días son textos que empiezan por "Aquel día YO estaba..., YO hacía, YO pensé....?

Todavía no he visto un solo texto en el que alguien me contará qué hizo los días posteriores, cómo ayudó a las víctimas semanas después o ni tan siquiera, si se preocupó cuatro meses después en cómo fue su día mientras Pilar Manjón, por ejemplo, seguía llorando a su hijo.

Esa es la hipocresía vital que quizá debiéramos mirarnos. Por el bien de todos, también de las víctimas. Que lo siguen siendo.

http://politica.elpais.com/politica/2014/03/09/videos/1394388896_556198.html

lunes, 3 de marzo de 2014

Olvidando

Es curioso la forma en la que la memoria, por buena que sea, tiende a ser selectiva en aspectos que nunca pensarías. Siempre dicen que nuestra mente intenta borrar capítulos 'desagradables' o dañinos de manera inconsciente para mitigar en cierto modo el dolor. Sin embargo, la mente nos sorprende a diario y nos hace imposible recordar cosas, momentos puntuales, instantes que sin darte cuenta te marcan en positivo pero que eres incapaz de colocar en un calendario.

Sé dónde estaba en el instante que te escuché por primera vez pero no recuerdo ni el día, ni el mes, y para situarlo en el año tengo que escudriñar hechos históricos o mirar en los archivos de mis reportajes para echar la cuenta. Me pareciste el ser más impertinente sobre la faz de la tierra. Alguien que venía de vuelta a darme lecciones y decirme cómo tenía que hacer mi trabajo.

No recuerdo cuánto tiempo pasó hasta que volví a saber de ti. Ni tampoco ubico en el calendario las siguientes llamadas. Tampoco cuándo te puse el apodo por el que comencé a llamarte y aún hoy menciono al hablar de ti. Sin embargo, podría describir a la perfección la sensación que tuve en una de esas llamadas. Años después, solo la confirmé.

Este extraño olvido siguió haciéndose compañero de viaje de aquella historia pese al paso del tiempo. No recuerdo qué día fue la primera vez que reduje el espacio que había entre nosotros hasta poner la cuenta a cero. Paredes azules, calor, un atuendo verde. Tampoco recuerdo en qué día decía el almanaque que vivíamos cuando te vi a lo lejos y supe que ya nada sería igual.

Fuerzo la mente, miro los días de aquel año en un pedazo de papel viejo y pasado por la lavadora, y mentiría si dijera que sé cuándo me perdí en una estancia ajena. Ni siquiera sabría decir en qué día de la semana ocurrió. Sí sé que aquel día sentí miedo, me salté mis reglas. Nunca más las habría. Y nunca más las habrá porque fue entonces cuanto todo cambió para siempre. Nunca me arrepentiré de que así fuera. Aquel día me convertí en lo que soy ahora. ¿Es raro no acordarse de tan señalada fecha?

Después de ese momento hubo muchos más que marcaron pero el calendario no da pistas de dónde debo poner los círculos rojos. No recuerdo cuándo dije por primera vez lo que tanto me costaba decir pero sí recuerdo cuándo lo dijiste tú. "Pasara lo que pasara. No se te olvide nunca". Hacía frío. Sentí calor.

Tampoco sé qué día fue.

Podría continuar. Podría decir que nunca supe qué día fue cuando supe que me quería quedar donde estaba, que tenía lo que siempre había querido, aunque para el común de los mortales fuera el mayor golpe de estado contra la dignidad. Nunca me importó el qué dirán. Desconozco el día, el mes. Pero todavía recuerdo como si fuera ayer a qué olía ese momento y qué sonaba de fondo.

Tiempo después, y tras muchos más recuerdos en la vida y olvidos en el calendario, un día me encontré buscando qué día fue en el que me quedé sola mientras el mundo no dejaba de dar vueltas y el suelo se movía con fuerte marejada intentando tirarme de la silla. Miré a un lado, a otro. Solo me encontré al eterno compañero de viaje.

Quizá me esté haciendo mayor. Quizá jamás vuelva a poder recordar fechas en el calendario.

Sin embargo, hoy sé que necesitaré otra vida entera para olvidar todo lo demás.