En mi mundo la mentira tiene un espacio curioso. Odio que se
me falte a la verdad y me enfurece mentir (de hecho no sé). Sin embargo, ahora soy consciente de haber vivido una de las mayores mentiras del mundo.
Esa mentira que crees que nunca te podrán colar. Esa que
siempre creerás reconocer y que nunca pensarás que alguien podría usar como arma de destrucción masiva. Esa que descubres
con los ojos mientras intentas con todas tus fuerzas mitigar el cuero enchilado con las manos hasta dejarte los brazos en carne viva.
Un órgano al margen de todo lo demás.