Tras unas semanas sin parar por aquí, llegó la hora de
volver a disparar en este diario digital. Y qué mejor manera de hacerlo que
poniendo letras a mi realidad. Estoy en PARO. Hay que fastidiarse cómo cuatro
letras pueden entrar en la vida de alguien como un tsunami y provocar el caos, que
también tiene cuatro letras. Es curioso la relación directamente proporcional
entre la brevedad de algunos términos y su importancia y contundencia: vida,
amor, odio, fe… Cuanto más pequeña es la
palabra, más jode.
Mi vida laboral se quedó en pause el pasado 5 de abril y todavía
estoy haciéndome a la idea de que tengo que comenzar de cero. Ahora es cuando
hay que decir eso de que no pasa nada, que será algo temporal, que estoy llena
de energía y fuerza para seguir adelante. En el fondo es así, solo que tengo
que aprender a que ese fondo sea permanente y no algo temporal. Esto saldrá
adelante, y yo saldré del pause, en el
momento que consiga pasar cuatro días seguidos pensando que es posible sin un
momento de bajón, de plantearme si quizá ha terminado una etapa de mi vida y ya nada será igual.
Eso es lo complicado. Sobre todo porque tampoco sé si quiero que todo sea igual. Quizá
llegó la hora de demostrarme que soy capaz de abrir nuevos caminos, de hacer
cosas nuevas, aunque no sepa realmente ni qué caminos ni cuáles son esas cosas. No
sé realmente qué leches quiero. Estoy hecha un lío… Mira, lío, otra palabra corta
que suele dar por saco.
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