sábado, 15 de junio de 2013

Ver, oír y ¿callar?

Ernest Hemingway : "Se necesitan dos años para aprender a hablar 
y sesenta para aprender a callar"


Es curioso cómo solemos guardar silencio cuando más tenemos que decir y más deberíamos hablar. Las ideas claras, el objetivo definido pero, cuando llega el momento de mostrar nuestra opinión, necesidad, requerimiento o deseo alto y claro, las palabras se esfuman.

¿Miedo? ¿Incapacidad? ¿Bloqueo? Sinceramente creo que tiene más que ver con agudizar los sentidos. Exentos de la capacidad de hablar, pones a funcionar a la enésima potencia todo tu ser. Yo que no callo nunca, suelo enmudecer y me vuelvo más observadora, una capacidad que estoy desarrollando mucho más de lo que creía. Y utilizando la vista y el oído como traductores de realidades, encuentras las respuestas en la comunicación verbal y no verbal de tu interlocutor.

Miradas esquivas o directas, falta o exceso de gesticulación, ausencia de contacto o contacto forzado, explicaciones carentes de sentido, frases contradictorias, justificaciones innecesarias, palabras por inercia.... Pequeños detalles que te ofrecen todas las respuestas que pretendías encontrar con preguntas y que te desmontan cualquier opinión, necesidad, requerimiento o deseo que ibas a manifestar. Porque, quizá, ya no tenga sentido hacerlo.

Por ello callas. Solo observas y escuchas… en el amplio sentido de la palabra.

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