miércoles, 12 de marzo de 2014

Ya no es 11-M

Ayer me levanté a las 6.30 horas. Me duché, desayuné y me fui a trabajar. Discutí con mi jefe, me enfadé y me relajé. A las 3 de la tarde comí con un compañero y después, tras darme un paseo por las calles de Madrid, acudí a la segunda jornada de un curso que estoy realizando. Sobre las 22.30 horas, llegué a mi casa. Me duché, cené y me acosté.

Esa fue básicamente la relación de acontecimientos de mi vida el 11 de marzo de 2014. Un día más.

Diez años antes, nada que ver. Pero no, tranquilos. No os voy a contar nada de qué hice, qué sentí o dónde estaba aquel fatídico 11 de marzo de 2004. ¿Para qué? ¿Qué aporta? ¿Qué importa si estaba en la facultad o en la cama cuando me despertaron las llamadas de familiares preocupados? ¿De qué sirve?

Observo ojiplática como, año tras años, mis redes sociales se llenan de testimonios de gente que, sin haberles rozado ni de lejos la tragedia, hablan de cómo vivieron ese día. Al final de sus palabras, -recalco, AL FINAL-, su recuerdo a las víctimas. ¿De qué coño estamos hablando? ¿Hasta cuándo el YO, YO, YO va a seguir predominando sobre el NOSOTROS o, en este caso, ELLOS que es lo importante?

No hago más que recordar estos días a Rodolfo Ruiz el que era comisario de Vallecas. El saber cómo su familia y él fueron una víctima más de la barbarie terrorista que, a día de hoy, todavía hay algunos que intentan desvirtuar. Mientras, las víctimas, de lado. Más de 2.000 familias TOCADAS directamente por la varita de la desgracia y aquí -y que me perdonen los que se sientan ofendidos pues es humano que a todos nos afectara tal desgracia- mirándonos el ombligo y recordando cómo fue aquel 11 de marzo en el que seguimos haciendo nuestra vida sin que NADA importante cambiará y rodeados de nuestros seres queridos.

¿En qué mierda de país vivimos cuando lo que la mayoría que leo estos días son textos que empiezan por "Aquel día YO estaba..., YO hacía, YO pensé....?

Todavía no he visto un solo texto en el que alguien me contará qué hizo los días posteriores, cómo ayudó a las víctimas semanas después o ni tan siquiera, si se preocupó cuatro meses después en cómo fue su día mientras Pilar Manjón, por ejemplo, seguía llorando a su hijo.

Esa es la hipocresía vital que quizá debiéramos mirarnos. Por el bien de todos, también de las víctimas. Que lo siguen siendo.

http://politica.elpais.com/politica/2014/03/09/videos/1394388896_556198.html

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