Hace días que no puedo dormir. Ya son tres las noches que
una recurrente pesadilla se repite a modo de bucle infinito cada vez que
consigo conciliar el sueño. Da igual que despierte y vuelva a dormir. La
pesadilla regresa.
No sé exactamente el lugar en el que acontece todo. Solo sé
que me recuerda a esas calas ibicencas de la zona de Pontinatx donde la
vegetación se baña en el mar. Voy con un amigo nadando cerca de las rocas. El
mar está en calma. Se pueden ver los peces perfectamente. Decidimos
inspeccionar a nado el lugar y adentrarnos en una especie de cueva. La claridad
que entra en la gruta a través de las rocas hace que parezca que estamos ante
un cielo lleno de estrellas que se proyectan como punteros láser sobre el agua.
Es un sitio maravilloso, la compañía también. Todo es paz. Soy feliz.
De repente, un estruendo lo convierte todo en oscuridad. Algo
ha provocado que parte de la cueva se derrumbe dejándonos presos entre piedras.
Tras el susto inicial, lo más fácil para salir de aquella cárcel de agua parece
que es bucear por debajo de las rocas hacia el otro lado. Lo intentamos pero es
inútil. El desplome ha bloqueado también la salida en el fondo y, entre señas y
falta de aire, decidimos salir de nuevo a la superficie.
Sin embargo, ya no hay superficie donde salir. El nivel del
mar sube rápidamente y no queda espacio apenas para respirar. Cuando el agua
nos cubre y es evidentemente que poco más se puede hacer salvo dejar de
moverse, me percato del silencio. El agua ya me ha cubierto por completo. Al
buscar bajo el agua a mi amigo, me doy cuenta de que ya no está. Estoy sola.
Tras tres noches con semejante película de terror montada en
la habitación, y sin poder descansar presa de la angustia, me decidí a buscar
en Internet la posible interpretación de ese sueño. La verdad es que no ha sido
muy alentador. Las afirmaciones vertidas en algunas páginas hablan de malos
augurios o problemas inminentes en general o en relación a la persona que
aparece en mi sueño.
Consultadas también fuentes humanas, es decir, amigos y
conocidos, me hace gracia como algunos coinciden en aquello de sacar la
explicación apocalíptica a mis acuáticas noches en vela.
De ello saco dos conclusiones. La primera, que siempre el
resto sabe perfectamente qué me pasa y por qué me pasa pero pocos me dan las
claves para que no pase o ayudarme a mejorar. Y la segunda, que no soy para
nada supersticiosa ni creo en señales.
De momento, y a la espera de poder conciliar el sueño de una
vez por todas de manera plácida y sin remojos, prefiero leer entre las líneas de mis pesadillas y sacar mis propias conclusiones a este inusual insomnio. A este mundo, venimos y nos vamos solos. Así que lo
mejor es tirarse de cabeza al mundo, empaparse de todo antes de que, con el
agua al cuello, ya no tengamos escapatoria.
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