Frases péndulo: dícese de
aquellas que hacen que la realidad se menee y oscile hacia otra dirección. Suponen
el fin de una era de quietud y el consecuente comienzo de otra en movimiento.
Se traducen en un cambio, un punto de inflexión, el inicio de un camino, quizá
para volver al mismo punto pero, durante un período de tiempo, un camino
diferente.
Todos sabemos de qué estamos
hablando. Identificamos esas frases en cuando las oímos. Algo dentro nos dice: “A partir de ahora ya nada será igual”. Incluso cuando el que la menciona no es
consciente de su trascendencia, el resorte que hace saltar en su contertulio hace que la realidad cambie en ese preciso
instante. Es lo que llaman la fuerza de las palabras.
La ausencia de ellas también
genera cosas. Este fin de semana un amigo se preguntaba en su
estado de Facebook dónde van las
palabras que no se dicen. El aluvión de respuestas no se hizo esperar.
A manifestarse con ciertas molestias en el cuerpo. Fue una de las
primeras explicaciones. Está claro que cuando las cosas no se dicen, se hacen
bola y, en ocasiones, acaban generando malestar físico: quitan el apetito,
generan nerviosismo, dolores de cabeza…
Al país de lo que pudo haber sido. Supongo que aunque muy alegórica
y poética es una de las respuestas más cargadas de verdad. Uno no consigue
normalmente lo que quiere si no abre la boca y lo pide. ¿Cómo era eso? Quien no
llora, no mama. Si no mostramos nuestras inquietudes, nuestros deseos o lo que queramos mostrar es complicado a veces que la otra persona lo sepa y que se materialice. En este mundo los adivinos no existen. Si así fuera, seríamos
todos ricos.
A estados misteriosos en Facebook. Esta respuesta se puede enlazar
con la anterior. Y es que hay quien usa las redes sociales como arma arrojadiza
para decir lo que no se atreve a decir, para lanzar ese reproche que no tiene
narices a formular a la cara o simplemente para hacer encender las luces de
emergencia y que otra persona se dé cuenta de cuán jodidos, felices o tristes
estamos, por poner varios ejemplos.
Al arrepentimiento. A cangrenarnos
por dentro. Directamente a nuestras cabezas, a dar vueltas. Fueron las
respuestas que completaron la terna de explicaciones a tan espinosa pregunta. Aunque de un tiempo a esta parte
cada vez que uso el término “el arrepentimiento” directamente mi subconsciente completa la frase con un “no existe”, lo
cierto es que dicen por ahí que hay que arrepentirse solo de las cosas que se
quedaron en el tintero, nunca de las hechas. Todos sabemos que silenciar las
cosas también nos puede generar ese ‘run run’ mental tan molesto.
Y ahí es cuando enlazamos con la
primera parte del texto. A veces lo que se dice y lo que no acaba suponiendo lo
mismo: puntos de inflexión. Entonces, el péndulo comienza a oscilar, imitando al sonido del tic tac del reloj.
P.D.: Pedro, no vuelvas a preguntar nada que luego me da por
ponerme reflexiva. Ahí tienes algunos argumentos por si lo del libro sigue en pie :)
No creo que nada de eso sea así. El mismo arrepentimiento puede ser característica de lo expuesto o de lo guardado.
ResponderEliminarEn realidad las palabras que no se dicen forman una paradoja, porque las palabras que no se dicen nunca podrán ser verdad ni tampoco mentira.