Estoy a punto de volver a fumar. De entregarme a la nicotina
esperando que su asqueroso sabor mitigue la ansiedad y la presión del pecho.
Sin embargo, si no me tiro en plancha al paquete de tabaco de alguno de mis
compañeros de trabajo, es básicamente porque tengo la impresión de que es lo
único que, ahora mismo, puedo controlar de mi vida. El resto, no depende de mí.
Hoy me siento un muñeco teledirigido y omitido. Como si
viera mi vida desde fuera, como si fuera invisible. Resoplo. Me frustro.
Respiro. Respira Desirée, respira. Que eso también solo depende de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario