martes, 12 de febrero de 2013

La mentira


Es increíble cuánto puede decirnos la mirada de una persona. Si está bien, si está mal, si te busca, si te evita, si te dice la verdad, si te miente… La mentira. Estoy tan rodeada de ella que ya me cuesta distinguir una palabra sincera. ¿Será por eso que últimamente no me creo nada? ¿Me habré convertido en una escéptica sin posibilidad de retorno?

El problema es que quiero creer. Necesito creer en todo aquello que me importa. Creer en que lo que escucho es de verdad, en que no hay engaño, en que todo es sincero, de verdad, ‘puro’ en la medida en que las circunstancias lo permiten.

Sin embargo, algo en mi interior salta, pita, se ilumina en señal de alerta cuando doy al off en el sentido del oído, cuando dejo de leer los labios y enciendo el interruptor de mi conciencia rumbo a la mirada. Allí las palabras se esfuman, y en los ojos no leo las mismas letras.

¿Habré perdido la capacidad de creer? ¿En mí? ¿En ti? Quizá deba pensar en graduarme la vista para que la boca y los ojos cuadren en el marco que forman la moldura de mis dioptrías en estas gafas marca ‘mi vida’. Y después decirte eso de…’mírame a los ojos, que necesito que me oigas’.




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