Hoy es 8 de marzo, Día
Internacional de la Mujer. No me voy a andar con miramientos ni palabras
políticamente correctas. ¿Por qué cojones se celebra el Día Internacional de la
Mujer? ¿Acaso lo hay del hombre?
Me parece increíble
que clases de defensa personal, carreras con camisetas de color rosa o lecturas
en clave femenina puedan representar ni un ápice el orgullo o la realidad de
ser mujer hoy en día. No necesito que nadie me felicite por ser lo que soy, ni
mucho menos que lo haga con un curso rápido de exaltación de mi femineidad que,
por otro lado, ya me encargo yo de tenerla bastante alta día a día.
Cuando veo
celebraciones como las de hoy, no puedo evitar acordarme de mi abuela María.
Ella sí que representó cada día de su vida ser una MUJER (con mayúsculas y sin
etiquetas) sin permitir que nadie la premiara por ello. Y lo hizo abriendo, sin
saberlo, el camino a la igualdad que hoy en día tenemos en muchos aspectos pero
que a veces parece que nos jode reconocer. Será por ello que tengo la impresión
de que nos cerramos puertas aposta, enrocadas en un victimismo que flaco favor
nos hace.
Mi abuela se casó tres
veces. Tuvo tres hijos de tres hombres diferentes. Para entonces, ya había
sacado adelante a su padre y sus hermanos con su trabajo y valentía. Después,
lo hizo con sus hijos, muchas veces completamente sola por culpa de los
zarpazos de la vida.
Sin embargo, a pesar
de los reveses, no permitió nunca que nadie le dijera lo que tenía que hacer o
no por ser mujer, ni mucho menos toleró que le impusieran el modelo de cómo ser
una buena madre, viniera de quien viniera esas lecciones.
Mi abuela fue esa
mujer que trabajó cuando “tenía que quedarse en casa”, que gritó contra “lo que
no era lo normal” o que, de puntillas para ponerse a su altura –física porque
en la moral le sobrepasaba con creces-, se encaró con un cura para decirle
aquello de “¡cómo vuelva a poner la mano encima a mi hijo (mi padre), le mato!”.
¿Celebrar el Día de la Mujer? Perdonarme que me ría pero
creo que hoy, en lugar de calentar para la Marcha solidaria, me vaya al cementerio
a reencontrarme con quien posiblemente alucinaría si viera lo poco que hemos
avanzado por la igualdad desde que ella se marchó.
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