A veces ocultamos la verdad a la gente que queremos por, decimos, no hacerles daño. La realidad, y todos los sabemos, es que les ocultamos la verdad porque no queremos perderles, porque deseamos que sigan a nuestro lado.
Sin embargo, ¿cómo se interpreta cuando descubres que tú
eres la mentira? Es decir, que ocultan tu existencia, circunstancias, o la verdad que te rodea al resto por “no hacerles
daño”. ¿A quién no se quiere perder entonces? ¿Qué importancia se le da entonces al objeto del secreto?
Creo que en ciertos casos mentir para no hacer daño a los otros no es más que el reflejo del engaño al que nos sometemos a nosotros mismos, pues existe un conflicto interior que no queremos resolver (joder qué abstracto, reunión del Consejo ya! jajaja)
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